El Dakar se juega la supervivencia

¡Salvar el Dakar como sea! Ésta parece que es la consigna que ASO dio en París cuando supo que Chile y Bolivia declinaban el unirse a la prueba. Como ya había hecho Argentina, como han hecho Ecuador y Paraguay.

Y todo esto justo cuando la prueba debe presentar su recorrido. Es algo que los 'dakarianos' esperan anhelantes, para buscar afanosamente los elevados presupuestos requeridos para competir en la carrera.

La solución drástica huele a amputación traumática, como única opción a sobrevivir. El dejar de organizar la prueba hubiera significado muy probablemente el final de la misma.

Un solo país como escenario. Un reducción de la prueba a diez días, casi la mitad de lo habitual. Un 'semidakar' o un 'Dakar light'…. Aunque en Perú existen dificultades suficientes –ya se vieron los estragos que causaron sus dunas en pocos días– el recorte resta notable glamour y magia a la prueba.

En África fueron los conflictos políticos o las revueltas islamitas las que acabaron con la prueba. En América del Sur ha sido la situación económica. Los países del cono, necesitan ahora todos sus esfuerzos para solucionar sus graves problemas económicos y sociales.

El problema del Dakar es claro. El mismo que sufren, con mayor o menos intensidad, todos los deportes de motor, al menos a partir de cierto nivel: los ingentes recursos económicos que precisan.

Organizar el Dakar requiere enormes recursos financieros, recursos que en su mayor parte se aportan –en dinero y servicios– por los países que celebran la prueba. Estos han dicho ahora 'no'. 

Habrá que ver lo que dicen los participantes. Ellos aportan, con el precio de sus inscripciones, otra parte importante de la financiación de la prueba.

Es cierto, algunos de estos países han dado esperanzas de cara a 2020, pero ya se verá dentro de un año cómo ha evolucionado la situación económica y social. Y desde luego, el precio a pagar no será el mismo. 

Habrá que ver cómo evolucionan las cosas. Esperar a ver si la participación no se resiente. Estos últimos años el grueso de participantes era sudamericano, mayoritariamente argentino. La situación económica allí no invita al optimismo.

Pero en el fondo todos los 'dakarianos' siempre han soñado con el 'retorno a casa', con África. Sobre todo después de que la Africa Race, que retoma el recorrido original, aunque sea sin el retorno mediático del Dakar, pasando casi de incógnito.

No me sorprendería nada que se hubieran iniciado ya algunas gestiones discretas, una exploración de posibilidades. Pero, por ahora, la prioridad es salvar la presente edición, asegurar la supervivencia.

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