Estamos en pleno debate sobre qué Fórmula 1 queremos y, mira tú por dónde, el Gran Premio de Austria nos dio la solución: la Fórmula 1 que queremos es la que vimos ayer, la que se desarrolla en un circuito que castiga los errores, que te obliga a asumir riesgos, donde las fuerzas tienden a igualarse, donde se puede adelantar.
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