Hay una pista que a través del desierto, une Iférouane, ciudad oasis, con Chirfa, al noreste de Níger. Al borde de la misma existe una duna, pequeña. Sobre ella un árbol, uno solo. Tiene el tronco retorcido, exhausto por tantos años soportando un clima imposible. Extiende sus ramas secas y ensortijadas, cual manos huesudas implorando la lluvia, hacia el cielo. Una lluvia que logre calmar su sed y que no llega. Dicen que es una acacia y a los pies de ésta, mora el alma libre de un genuino soñador.
Leer más...