Almacén F1

A vueltas con el Quadrifoglio Verde

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José Miguel Vinuesa
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26 Sep 2017 - 14:04

Hace dos semanas, en esta columna, narrábamos la historia de Ugo Sivocci, piloto que tuvo su mejor época en los primeros años de la década de los veinte del siglo pasado, y que fallecería en los entrenamientos del G.P. de Europa en Monza de 1923. Famoso por haber dado a Alfa Romeo su primera victoria internacional en la Targa Florio de ese mismo año, fue en esa carrera cuando la tradición indica que nació el símbolo del Quadrifoglio Verde en los coches milaneses, asociando su aparición al piloto como emblema personal utilizado por vez primera en esa carrera.

Pero, ¿estamos en lo cierto? La tradición que ha llegado hasta nuestros días así lo indica, pero tal y como observó muy acertadamente uno de nuestros lectores, en la fotografía en la que se ve a cuatro personas subidas en el coche de Antonio Ascari en su intento por alcanzar la meta de la carrera, se advierte un triángulo con un Quadrifoglio en su interior. Así pues, ¿lo llevaba sólo Sivocci? ¿De dónde surge esta idea?

 

 

Vayamos por partes. La narración que llamaremos tradicional nos dice que Sivocci lo colocó en su coche como elemento para distinguirle de los otros Alfa Romeo, y dado que venció en la carrera, se asoció para siempre como un emblema de buena suerte. Pero la realidad es muy distinta. Tras consultar varias fuentes y consultar directamente con el Archivio Storico Alfa Romeo –desde aquí mi gratitud tanto a la Doctora Gemma Perrone y al curador del Museo de Alfa Romeo, D. Lorenzo Ardizio–, la veracidad de la historia quiebra en varios puntos, que trataremos de descifrar en las siguientes líneas.

 

 

No hay documento que sostenga que fue una iniciativa del propio piloto, pero tampoco consta en los archivos dato alguno que indique el por qué se pintaron para esa carrera. Una teoría plausible la encontramos en el hecho de que los años precedentes, la marca se había encontrado a las puertas de vencer la general. Por ejemplo, en 1920, Enzo Ferrari fue segundo con la vuelta rápida en su haber; en 1921, terceros, cuartos y quintos con Giuseppe Campari, Ugo Sivocci y Enzo Ferrari, respectivamente; y en 1922, cuartos con Antonio Ascari, con victoria de Ugo Sivocci en su categoría, pero no en la general. Así que, en un intento de atraer hacia sí la buena suerte, la marca habría decidido pintar para el día de la carrera estos símbolos de buena fortuna.

Pero eso no explica el por qué sólo tres de los cinco coches oficiales de la marca lo llevaban pintado en su capó. Y menos aún, porque dos de ellos estaban enmarcados en un triángulo y el otro en un rombo. Recordemos la teoría de que, tras morir Sivocci, Alfa Romeo adoptó este emblema, pero en un triángulo, a fin de recordar a su piloto perdido. Efectivamente, Sivocci llevaba un rombo, y era el único en usarlo, mientras que Antonio Ascari, por ejemplo, ya lo llevaba en un triángulo. De hecho, el emblema no se pintó hasta el día antes de la carrera, y en una foto se puede ver a Enzo Ferrari apoyado en el coche de Giulio Masetti, con el Quadrifoglio pintado en un triángulo, mientras que al lado encontramos precisamente el coche de Ugo Sivocci, pero sin el emblema todavía pintado.

 

 

Por lo tanto, tenemos la seguridad de que tres de los Alfa Romeo llevaban el Quadrifoglio Verde, en dos configuraciones distintas, en la que sólo la de Ugo Sivocci iba enmarcada en un rombo. A partir de ahí, lo que nos cuenta la historia tradicional es que no volvió a utilizarse hasta 1924 como homenaje al desaparecido Sivocci. Pero la realidad es muy distinta. Así, por ejemplo, en el Circuito de Cremona, celebrado el 6 de mayo, el único Alfa Romeo presente, un RLTF a los mandos de Antonio Ascari, se desquitó de su mala fortuna en la Targa Florio con una victoria al volante de un coche con el Quadrifoglio Verde pintado en los flancos de su capó. En este caso, se trataba de un triángulo.

 

 

Por el contrario, en el Circuito del Savio de 1923, la famosa carrera que venció Enzo Ferrari y motivó la entrega del Cavallino Rampante por la familia Baracca, su Alfa Romeo no lleva el emblema: el motivo es simple, y es que no se trataba de una participación oficial de la marca. Sin embargo, el Quadrifoglio en un triángulo lo encontramos el 10 de junio de 1923 en el Circuito del Mugello, donde Alfa Romeo acudió con tres unidades del RLTF para Antonio Ascari, Giulio Masetti y Enzo Ferrari. Tenemos la constancia gráfica de que por lo menos los coches de Ascari y de Masetti llevaban el Quadrifoglio, ambos enmarcado en un triángulo, si bien mientras Ascari lo llevaba justo detrás del radiador, Masetti lo portaba mucho más cerca del habitáculo. 

 

 

En definitiva, durante el año otros Alfa Romeo llevaron el famoso emblema sin que Ugo Sivocci estuviera al volante de esos coches. Y entonces llegamos al desgraciadamente famoso Gran Premio de Europa en Monza. En la foto oficial del equipo, por el debut del Alfa Romeo GPR –o P1–, ninguno de los tres coches llevan pintado el Quadrifoglio Verde. Pero tampoco los números asignados para la carrera. Durante los últimos entrenamientos los números ya estaban pintados, pero no así el emblema. El motivo de su ausencia podría deberse a que los números y emblemas se pintaban en el último momento: no eran pegatinas, sino un trabajo artesanal pintado a mano sobre los coches. Por lo tanto, su ausencia no era algo definitivo para la carrera, puesto que el Quadrifoglio ya se había convertido en un símbolo relacionado con el equipo oficial de Alfa Romeo, sino sencillamente a que aún no había llegado el momento de pintarlo. De este modo, la teoría de la mala suerte respecto al accidente de Sivocci por no haberlo llevado pintado se sostiene únicamente a medias: en el momento del accidente no lo llevaba, pero con casi total seguridad los hubieran llevado en la carrera.

Y así llegamos a 1924, año en el que la tradición nos dice que Alfa Romeo decidió homenajear a Ugo Sivocci adoptando el Quadrifoglio Verde como símbolo, pero en vez de en un rombo –como el usado por el piloto el día de su victoria en la Targa Florio–, en un triángulo para resaltar la ausencia de uno de los ‘mosqueteros’ del equipo. Por poner un ejemplo, en la Targa Florio de 1924 los coches llevaron el emblema en un triángulo. De nuevo la historia, como ya se habrá comprendido, no se sostiene. Tampoco hay un documento en los archivos de la marca que narren esta circunstancia. La realidad es menos romántica: sencillamente Alfa Romeo siguió utilizando el símbolo que ya había introducido en 1923, y con la forma que solía utilizar. De hecho, el uso del rombo en la Targa Florio por parte de Sivocci sí que se habría debido a un intento por distinguir su coche de los demás, pero la forma oficial era la del Quadrifoglio Verde en un triángulo.

 

 

Aquí podría, y casi nos atrevemos a decir debería, finalizar la historia entorno al emblema de carreras de Alfa Romeo, pero en 1925 nos encontramos una curiosidad que carece de explicación. En el año en el que la marca lograría la victoria en el primer campeonato del mundo de marcas disputado, el equipo utilizó el Quadrifoglio Verde, pero como podemos ver en fotografías como las del G.P. de Bélgica, los P2 llevaban pintado un trébol: tres hojas en vez de cuatro. Si nos queremos poner románticos, este podría ser un tardío homenaje hacia Sivocci: ya sabemos que el grupo de pilotos de la marca en 1923 eran conocidos como ‘los cuatro mosqueteros’, así que reducir de cuatro a tres hojas el emblema podría ser un recuerdo. Pura conjetura, porque ni siquiera existe una razón oficial para el cambio de emblema.

Ese mismo emblema aparece en el G.P. de Francia de 1925, donde fallecería Antonio Ascari a los mandos del Alfa Romeo P2 marcado con el número 8, lo que motivó el abandono de los otros dos coches, los de Giuseppe Campari y Gastone Brilli-Peri. El emblema seguía siendo un trébol, y así se mantuvo para el definitivo G.P. de Italia en Monza, como vemos en esta imagen del piloto Peter de Paolo.

Pero para completar la confusión, una vez vencido el título, Alfa Romeo publicó un cartel conmemorativo en el que aparece Gastone Brilli-Peri a bordo del Alfa Romeo P2. Y, ¡sorpresa!, el Quadrifoglio Verde con las cuatro hojas vuelve a aparecer en el lateral del coche. Desde entonces, ésta sería la configuración definitiva de un emblema deportivo que, como comentábamos, ha atravesado el tiempo y se ha convertido en un signo asociado a los Alfa Romeo de competición y de producción de alto rendimiento.

 

 

Las leyendas románticas atrapan nuestros sentidos, y nos mecen en un estado de embriaguez emocional precioso. Pero la realidad a veces es más cruda, carente de aderezos, e incluso confusa, como en este caso. Y aunque, como nos dicen desde el archivo de la marca, resulta a veces incomprensible que la propia firma decida perpetuar en eventos comerciales esta bonita historia, los hechos son más claros. Nos veíamos en la obligación de arrojar algo de luz sobre una cuestión cuyas preguntas no están íntegramente resueltas, pero nos alivia si con esto hemos podido centrar mejor la historia.

6 comentarios
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28 Sep 2017 - 20:55
Gracias de nuevo JMV. Todo mito o leyenda tiene un trasfondo de verdad y mucho de romanticismo. De cuando en cuando hay que adornar la realidad para que prevalezca o se arraigue en la memoria colectiva. Sea como sea, el corazón quiere creer lo que la imaginación fecunda produce, y en éste caso en particular, no hace daño atesorar la "leyenda" y olvidar los "hechos". Saludos otra vez, Maestro.
28 Sep 2017 - 19:26
buenìsimo el artìculo, felicitaciones!
27 Sep 2017 - 12:50
Genial. Verdadera investigación de la historia del motor. Muchas gracias.
26 Sep 2017 - 22:05
Excelente artículo de nuevo, gracias. Antonio Mascaró, padre del gran Alberto Álvaro, trágico accidente en Montlhéry, los pilotos se quedaron de las vallas de madera y alambres, alambres en los que quedó enganchando Antonio
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26 Sep 2017 - 16:47
El origen de los mitos. Gran y enrevesada investigación. De nuevo gracias.
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