ALMACÉN F1

GP de Rusia 2015: luces y sombras

Vettel deja en jaque a Rosberg en la lucha por el segundo puesto
Rusia no debería volver al calendario de la Fórmula 1, pero volverá
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José Miguel Vinuesa
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13 Oct 2015 - 15:30

El Gran Premio en Sochi fue una carrera a oscuras, o casi. La ausencia de suficiente tiempo de entrenamientos libres, dejaba la clasificación incierta en cuanto a quién había logrado el mejor reglaje, y hacía que la carrera fuese igualmente abierta en cuanto a rendimiento y durabilidad de los neumáticos. Todo estaba en el aire.

Y entonces, de esa situación de vacío, Nico Rosberg sacó el mayor provecho. Su vuelta de clasificación fue perfecta, exceptuando un casi imperceptible fallo en la curva 13. Impecable en su conducción, logró una diferencia bastante contundente con Lewis, que a su vez se preguntaba de dónde se estaba sacando ese ritmo su compañero. ¿Había vuelto Nico a sacar a relucir su estilo limpio? ¿Había vuelto a morder?

La respuesta fue la salida, y es sí. Quizás Nico ha reaccionado (demasiado tarde, en todo caso), o quizás Lewis no pudo encontrar un ritmo mejor, de manera puntual, en el resbaladizo asfalto ruso. Pero así como en 2014 Rosberg se desvaneció en una nube de humo en la primera frenada del circuito, esta vez aguantó con solvencia el interior, y salvó la posición. Y comenzaba a distanciarse, poco, pero estaba pilotando como en sus mejores momentos de 2014. Y entonces, falló el acelerador. Y se acabó la carrera en la que Nico podría haber vuelto a demostrar que sí que es capaz de vencer a Hamilton con rotundidad.

Peor aún para Rosberg, Sebastian Vettel cuajó una carrera soberbia. Los Ferrari no habían rendido bien en clasificación, y Bottas se había colocado delante de ellos. Al inicio, Kimi superó tanto a su compatriota como a su compañero de equipo para colocarse tercero. Pero sucumbió tras el primer coche de seguridad ante Bottas. Vettel se veía atrapado por Kimi, e intentaba superarle, pero el finlandés se mostraba férreo con el otro Ferrari, en una lucha intensa y bonita que se resolvió con un adelantamiento al límite tras el segundo coche de seguridad. Una maniobra valiente, arriesgada, pero limpia por parte de ambos pilotos de la Scuderia. Un regalo de competición entre compañeros. Tras desembarazarse de Kimi, Sebastian comenzó a rodar sin fisuras, como suele ser costumbre en él, y se aproximó a Bottas. La entrada a boxes del finlandés puso a Sebastian en su ambiente favorito: marcar vueltas de clasificación en plena carrera. A eso se le sumó que el piloto de Williams se vio atrapado en tráfico. Cuando Sebastian encaraba la salida de boxes, Bottas quedó detrás de él y de Ricciardo. Sólo Pérez se interponía entre el Ferrari y la segunda posición real de carrera, y no tardó en adelantarlo y abrir hueco.

Era una segunda posición importante. Porque desde Bahrein, las dos primeras posiciones del campeonato de pilotos estaban reservadas para quien pilotase un Mercedes. De repente, Nico se ve amenazado, y un correoso Vettel se encarama al puesto de subcampeón. Lo normal sería que, sin fallos de por medio, Nico sea capaz de recuperar ese puesto. Pero deberá lucharlo. Y aunque sea más simbólico que otra cosa, ahora Hamilton ganaría en Estados Unidos el título dependiendo de lo que haga el piloto de Ferrari, no el otro Mercedes. Si gana, y Vettel no es segundo, será tricampeón del mundo. Así que Rosberg puede propiciar que Hamilton gane el título, interponiéndose por medio. Situación bastante posible, pero puede que moralmente dolorosa para Nico. Salvo que lo visto en Sochi no haya sido un espejismo y se revuelva en Austin. En todo caso, la temporada de Vettel, teniendo en cuenta que nadie que no llevase un Mercedes iba a ganar este Mundial, es impresionante. Por primera vez desde que arrancó el dominio de las flechas de plata, alguien pone en cuestión el doblete en el campeonato de pilotos. Consoladora emoción de final de temporada.

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Si hablamos de pilotajes brillantes, hay dos que destacan en este Gran Premio. Uno es el de Sergio Pérez, que aprovechó a las mil maravillas la jugada estratégica de cambiar neumáticos con el segundo coche de seguridad. La viabilidad de su jugada era incierta, sobre todo porque se suponía que los Pirelli, que eran más blandos que el año pasado, no hubieran permitido una carrera a una parada, y porque se tenían datos limitados en cuanto a degradación. Pero Sergio, que siempre se caracterizó por tratar bien los neumáticos (recuérdese su época en Sauber, especialmente 2012 con el C31), sacó partido de sus habilidades para reivindicarse como el piloto que llamó la atención de equipos punteros. Su año en Mclaren le hizo mucho daño, pero este año puede verse de nuevo el pilotaje sereno y rápido del mexicano. Resistió hasta quedar dos vueltas, cuando la degradación fue severa, dando lugar previamente a unas vueltas emocionantes en la lucha por el podio, pero el toque entre Bottas y Räikkönen en la última vuelta (merecida penalización para el de Ferrari) le devolvió a un tercer escalón que merecía sobradamente. Con él, logra el quinto de su carrera, y se queda sólo a dos de igualar a su compatriota Pedro Rodríguez de la Vega, a cuyo BRM se subió la semana anterior para inaugurar el renovado circuito Hermanos Rodríguez. 

El otro pilotaje estupendo fue el de Carlos Sainz. Su accidente en la tercera sesión de entrenamientos libres fue terrible, y dejó a todo el paddock y a los aficionados con un nudo en el corazón que fue en aumento conforme pasaban los interminables minutos. Por suerte, y pese a la violencia del choque, Carlos estaba bien, que es lo más importante en cada fin de semana de carreras: que los pilotos vuelvan a casa sin daños de ningún tipo. Pero como los pilotos están a veces hechos de otra pasta, y gracias a las medidas de seguridad, Carlos fue declarado apto para competir. Es lo que deseaba, y fue lo mejor que podía hacer, porque dio toda una lección de pilotaje (pese a confesar algunos mareos al inicio de carrera). Desde el último lugar en la parrilla, hasta rodar séptimo con solidez y un ritmo muy competitivo. Una muestra no ya de talento, que lo tiene, sino de coraje tras el tremendo golpe de apenas veinticuatro horas antes. Sólo hubo un fallo, que fue pisar la línea blanca de entrada a boxes. El resto, fue otra pincelada de calidad de un debutante que sólo se ve impedido por fallos en su monoplaza, en este caso por la destrucción de uno de sus frenos, lo que le hizo acabar contra las protecciones de la misma curva donde quedó sepultado bajo las barreras. El resto fue una grandísima carrera, la mejor hasta la fecha, lo que demuestra que la curva de aprendizaje está siendo inmejorable. No es demérito reconocer que el Toro Rosso es un monoplaza notable, pero hay que sacarle su partido. 

Rusia también vio la vuelta tras el volante de Roberto Merhi, y desde luego que el parón obligatorio le ha debido insuflar más hambre todavía, más ímpetu para demostrar su valía. Porque en la carrera de los pequeños, el castellonense le ganó sobradamente la partida a Will Stevens. Encontrar el apoyo económico que hoy precisa un equipo del final de la parrilla es difícil, y más en nuestro país, pero los resultados y las prestaciones de Roberto demuestran que lo merece sin reproche. Conseguir ese puesto para 2016 será difícil, porque hay pocos asientos libres, y porque el Manor con el motor Mercedes será mucho más atractivo que el actual. Lo consiga o no, la impronta está dejada, y quien ha querido mirar hacia detrás en las carreras, lo ha visto.

Y ya que estamos en la zona baja, hemos de destacar que los dos Mclaren acabaron la carrera. Lejos, con ritmo lento, pero si por fin hubieran encontrado la fiabilidad tan deseada, tendrían una base desde la que construir el futuro. Esperemos que el motor mejorado tras utilizar todos sus "tokens" tenga esta fiabilidad que se vio en Rusia. Fruto de ella, y de los múltiples abandonos, pudieron acabar en los puntos tanto Button, noveno, como Alonso, décimo, aunque tras la carrera el español fue sancionado por no respetar los límites de la pista reiteradamente, cayendo al decimoprimer puesto, privándole así de un punto en su Gran Premio 250. 

La carrera fue interesante, sobre todo porque se esperaba un espectáculo similar al de 2014, en un circuito anodino. Pero este Gran Premio pone encima de la mesa el debate de que muchas veces no son los circuitos en sí, y su trazado, el que determina una carrera emocionante o aburrida, sino que son las circunstancias concurrentes en el fin de semana, de modo que un trazado aburrido a priori, puede regalar una carrera impresionante. Recordemos el Gran Premio de Europa de 2012 en el tan criticado circuito urbano de Valencia.

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Pese a ello (y aquí es donde vienen las sombras de la carrera), Sochi no debe volver al calendario el año próximo. Así de contundente. Si en otro circuito del Mundial hubiese acontecido todo lo acaecido en el trazado ruso, la reprimenda, las sanciones, y la más que probable caída del calendario serían inminentes. Comisarios absolutamente ineficaces y torpes, que tardan en asistir a un piloto accidentado; protocolos de evacuación que son inaceptables, teniendo a un piloto más de quince minutos bajo unas protecciones sin ser capaces de retirarlas, seguramente por falta de preparación y medios no usados apropiadamente; comisarios que se introducen en la pista en mitad de la carrera para retirar una pieza de un monoplaza, no siendo arrollado por Sebastian Vettel por escasos segundos (no quiero recordar el horror del G.P. de Sudáfrica de 1977, con la muerte del piloto Tom Pryce y el comisario Frederik Jansen van Buuren); camiones de la organización que derraman gasóleo en la pista e impiden que se dispute buena parte de la primera sesión de entrenamientos libres, además del peligro que supone en sí dicha sustancia en pista; carreras soporte que debido a la torpeza de los comisarios en reparar las protecciones o en asistir a los coches accidentados, se disputan prácticamente de noche o con el sol tan bajo que ciega a los pilotos. En definitiva, toda una serie de acontecimientos inaceptables que deberían ser más que suficientes para que Sochi no volviese a organizar un Gran Premio de Fórmula Uno. En cualquier otro lugar del mundo, así ocurriría. Pero aquí no pasará. Sochi, Rusia, paga, y paga mucho. Y la sintonía entre el presidente ruso y el mandamás de la F-1 es tal, que tendremos Sochi para tiempo, o al menos eso rezaban algunos eslóganes en el circuito. Esperemos al menos que les impongan un severo correctivo.

Un año después, Mercedes consigue su segundo Campeonato de Constructores en el Gran Premio de Rusia. Por entonces, la resolución del de pilotos se antojaba mucho más reñida y lejana. Este año, salvo que una cadena de infortunios lo retrase (que no evite), Hamilton podrá celebrar su merecido tricampeonato en suelo estadounidense. Lo mejor para él, que irradia una confianza inquebrantable y una tranquilidad inusitada, es que lo hará con una antelación de la que nunca ha gozado en sus otros entorchados.

1 comentarios
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13 Oct 2015 - 16:11
Lo del año 1977 fue horrible.. cuando le atropella se desintegra..
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