Aston Martin Project Vantage, segunda parte: consolidación de un coche Bond

Una vez presentado en Detroit a comienzos de 1998, no cabe duda de que el coche captó el interés del público. Y es que su diseñador, Ian Callum, se había esmerado en dibujar unas líneas suaves, pero claramente identificativas para un Aston. El frontal bebía casi directamente del DB4 GT Zagato, se fijó una línea de cintura elevada y se colocaron las ruedas lo más desplazadas posible hacia los extremos. Todo ello le otorgaba gran empaque.

A diferencia del exterior, el apartado interior no llegó inalterado a la serie. Los bácquets estaban tapizados de cuero y ante, con partes en fibra de carbono y aluminio y espacio para unos arneses de cuatro puntos. El resultado era tan moderno y radical como 'poco apropiado' para lo que debía desprender un Aston Martin. Por no tener, no tenía ni siquiera aire acondicionado, aunque no hay que olvidar tampoco que era un modelo de exhibición.

Neil Simpson, el encargado de llevar a cabo su diseño, declaró que entendía perfectamente que su parte fuera la que llegara más cambiada a producción, pues se salía de los estándares. Algunas ideas suyas, no obstante, se adoptaron para modelos posteriores de la marca como el V8 Vantage.

Lo que nadie más sabía fuera de la órbita de Aston Martin es que sus responsables planeaban llevarlo a producción, ya que Ford únicamente lo tenía en cuenta como un laboratorio de pruebas sin visos a la serie, y así lo hacía saber al resto del mundo… Tras el éxito cosechado en Detroit, la siguiente parada del Project Vantage fue el ineludible Salón de Ginebra, donde volvió a ser recibido con críticas positivas.

Fue en ese momento cuando Bob Dover, máximo responsable de la firma británica, se armó de valor para pedir 'permiso' a sus jefes para llevarlo a producción. Fue durante la segunda noche de las jornadas de prensa, en el bar de un hotel, donde Dover, Nasser y Richard Parry–Jones, jefe técnico de Ford, se encontraban de sobremesa.

Tal y como lo relata el propio Dover, Nasser lo miró a los ojos y dio el visto bueno para su paso a serie diciéndole: ''Lo harás y entonces recibiré mi dinero de vuelta''. Y es que era considerado un proyecto tan pequeño dentro de la órbita de Ford que su paso a producción fue aprobado tras una copiosa cena en un bar de la capital suiza, en lugar de someterse al proceso de aprobación de la marca del óvalo.

El desarrollo del modelo de calle comenzó en seguida y, cuando llegó al mercado en 2001, se convirtió en el primer vehículo de serie con estructura enteramente de aluminio y fibra de carbono. El coche fue un éxito, alabado por clientes y prensa especializada, tal vez por su compromiso de llegar a la serie apenas modificado con respecto al prototipo. Como se ha mencionado, únicamente el interior recibió un profundo lavado de cara. La mecánica, por su parte, se actualizó con nuevos colectores, así como un cigüeñal y sistema de válvulas revisados para ofrecer más de 460 caballos. Se convirtió así en el primer coche Bond del nuevo siglo.

El futuro de la marca parecía más brillante que nunca, e incluso se hicieron con las dependencias de una nueva factoría, en Gaydon, comprada directamente a BMW. La primera generación del Vanquish se fabricó hasta 2007, cuando la facotría de Newport Pagnell echó el cierre tras 49 años. Se fabricaron algo más de 1.300 unidades del modelo. En 2012 llegó su sucesor, puesto al día, que se mantuvo en producción hasta 2018, sucediéndole el actual DBS Superleggera.

Y por lo que respecta al Project Vantage, a diferencia de las mulas de la serie que se llegaron a poner a prueba en lugares como Australia, no se destruyó. Aun a día de hoy permanece en los cuarteles generales de la marca, dispuesta a mostrarse en las exhibiciones automotrices más elegantes, como un recordatorio del 'savoir faire' de los británicos.