Citroën C-Électrique: fuera de lo común

A nivel estético hay una cierta herencia al 2CV, aunque Stefano Airoldi ha jugado con formas musculadas, cuadradas y robustas. Rompe así con las formas redondeadas del modelo original, pero sin atacar a su esencia. Su marcado carácter futurista se hace patente en su parrilla con tiras de LED luminosas que hacen las veces de faros en torno al doble chevrón de la marca. Este mismo patrón se repite en su zaga, siempre por encima de los paragolpes. También presenta unos marcados pasos de rueda.

El interior ofrece todavía mayores sorpresas ya que una pantalla digital ocupa todo el espacio del salpicadero. El conductor puede acceder en esta pantalla a todos los datos habituales de la conducción, como el velocímetro, pero también a todos los menús de navegación, del equipo de música o de las distintas aplicaciones. Su volante multifunción presenta unos grandes botones. Con todo, su distribución de 2+1 plaza con el asiento trasero posicionado de forma perpendicular a la marcha, posición que debería ir complementado con algún sistema que facilite la salida y entrada al coche.

Es algo a tener en cuenta ya que se trata de un vehículo que apenas mide 3,0 metros de longitud. Un urbanita en toda regla que a nivel mecánico equipa un propulsor eléctrico de 68 caballos y 166 Newton/metro. Este propulsor queda asociada una batería de 30 kWh que permite una autonomía de 195 kilómetros según ciclo NEDC, una distancia respetable para su uso en ciudad. La velocidad máxima del Citroën C-Électrique es de 110 kilómetros/hora y su aceleración de 0 a 100 kilómetros/hora es de 7,3 segundos.