Cuando los utilitarios corrían en Le Mans

Hablarías de peligro, de ridiculez, de carrera irreal. 

Pues bien, hubo una época en la que los utilitarios corrieron en Le Mans frente a los prototipos, ciertamente mucho menos potentes que ahora, pero infinitamente más rápidos. Hasta bien entrados los 70, en Le Mans se prodigaron coches de pequeña cilindrada, inferior a los 1.300 centímetros cúbicos e incluso a los 1.000.

El caso más conocido de utilitarios en Le Mans es el de los Renault 4/4, un coche que quería ser el rival francés del Volkswagen Escarabajo y que se diseñó en su base por Ferdinand Porsche, tras la II Guerra Mundial, como una de las condiciones que le pusieron para salir en libertad. Su participación era la réplica a los éxitos de los Simca, pero ya antes de eso hubo coches verdaderamente curiosos, como el Simca Cinq, preparado por Amédée Gordini, que todavía no se había independizado, ni especializado en usar motores Renault y que logró acabar las 24 Horas de 1937; era un coche 'copia' del Fiat Topolino, con un motor bicilíndrico de 600 centímetros cúbicos y que daba 28 caballos, al que algunos participantes, aprovechado la vesatilidad de su chasis, modificaban la carrocería tanto de los Sinca Cinq como de los Huit, que ya tenían motor de un litro y también con los Panhard, con su motor bicilíndrico bóxer de 0,7 litros.

Dos años antes, más de un tercio de la participación –22 de 58– fueron coches de menos de 1.000 centímetros cúbicos: Fiat Balilla, Singer, incluso pequeños deportivos MG de 800  a 1.100 centímetros cúbicos, en algún caso con compresor, o los Austin 7 de 0,7 litros o los BNC de 1 litro; uno de estos en 1929 había sido séptimo absoluto. Y por supuesto los Panhard. Es cierto, algunos de estos modelos no eran utilitarios, sino pequeños deportivos de dos plazas. No hay que extrañarse, el primer Porsche alineado en Le Mans, en 1951, tenía un motor de 1,1 litros.

Quizás el más curioso de estos coches fue el Aero Minor Sport, un coche de carreras, con motor bóxer bicilíndrico dos tiempos de 700 centímetros cúbicos, de 30 caballos y tracción delantera, con carrocería roadster y que sólo pesaba 440 kilos. Evidentemente éste no era un utilitario. 

En los años 60 estos pequeños coches desaparecieron… Pero no el gusto por las pequeñas cilindradas: los Alpine con motor Renault, los DB-Panhard y los CD con motor Peugeot rivalizaban, no por las plazas absolutas, sino por la clasificación al índice energético o consumo o bien en el índice de prestaciones, una curiosa fórmula que tenía en cuenta la distancia recorrida y el consumo de combustible o la potencia del motor. Esto dio lugar a prototipos muy estudiados en la aerodinámica, para conseguir la máxima velocidad punta. Por aquel entonces la recta de Hunaudières no tenía chicanes, eran casi siete kilómetros a fondo y un buen Cx era básico para tener punta –y marcar buen crono–, pero también para consumir menos

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