¿Kubica o Sirotkin?

La decisión de Williams

Analizamos los pros y los contra de los dos 'debutantes' que los británicos evalúan
¿Hubo un caso parecido al de Kubica anteriormente en F1?
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José Miguel Vinuesa
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24 Dic 2017 - 12:43

Williams iba a anunciar el pasado viernes quién ocuparía el asiento del retirado Felipe Massa para la temporada 2018. Sin embargo, en un giro inesperado, la noticia fue que retrasaba su decisión para el mes de enero, sin fecha fija. Eso convierte al único asiento libre en la parrilla de F1 en el culebrón de este paso de 2017 a 2018, y antes de que empiecen las presentaciones oficiales y los test de pretemporada.

 

Parece claro que las opciones se centran en dos pilotos: Robert Kubica y Sergey Sirotkin. Otros, como Daniil Kvyat o Pascal Wehrlein, que sonaban para ocupar un asiento bastante apetecible, parecen descartados. ¿Por qué el equipo de Frank Williams retrasa el nombramiento? La semana pasada la balanza parecía haberse decantado por el joven piloto ruso de 22 años, que contaría con el importante apoyo de patrocinadores de su país, deseosos de mantener a un piloto del país en la parrilla tras la caída de Kvyat. Un aporte que se cifra entre 13 y 15 millones de euros. Sin embargo, la opción Kubica se mantiene viva.

La vuelta del piloto polaco, sin embargo, presenta más dudas que certezas. Y no sólo por una cuestión de patrocinio, que sin duda Robert tendrá bajo el brazo. Descartemos de una vez esa idea preconcebida de pilotos de pago y los que no lo son, porque prácticamente todos los de la parrilla aportan de un modo u otro algún patrocinador o cantidad económica para ocupar un asiento en la parrilla. Los equipos tienen que cuadrar sus presupuestos, más aún en formaciones de media tabla como Williams. Eso no significa que la calidad del piloto sea menor. El ejemplo es Lance Stroll, al que puede haberle venido algo grande el desembarco en F1 esta pasada temporada, pero cuyas capacidades al volante no pueden ponerse en entredicho pese a las ingentes sumas aportadas por su familia. Lo mismo ocurriría si Sirotkin es el elegido.

Decíamos que Kubica presenta más dudas que certezas de cara a ocupar el volante. Sin duda, la vuelta del polaco sería un momento emotivo para toda la comunidad de la F1 y para los aficionados. Porque aquel desafortunado accidente en un rally menor en 2011 nos privó de uno de los mejores talentos de la parrilla, que se encontraba además en un momento de crecimiento muy dulce que quedó frenado en seco. Las lesiones de su brazo derecho, muy severas, impedían al piloto manejar un monoplaza de manera plena. La opción de Robert fue, además de recuperarse físicamente, la de dirigirse a otras competiciones, especialmente los rallies, donde no desentonó, pero tampoco destacó en sus participaciones.

A base de esfuerzo, este año Robert ha conseguido volver al habitáculo de un monoplaza de manera habitual. Primero con pruebas con el equipo Renault, que lo valoró seriamente para sustituir a Jolyon Palmer si la operación Carlos Sainz no resultaba. Pero los franceses acabaron por descartarlo, ante la presencia de incógnitas ante el desempeño inmediato del polaco. Y ahí entró la vía Williams para Kubica, la más seria que ha tenido hasta el momento. Sus pruebas no han sido decepcionantes, pero tampoco han sido tan brillantes como para que Williams no tuviera la más mínima duda en cuanto a la contratación del piloto.

En los test de Abu Dabi, su ritmo de carrera era bueno, pero a una vuelta –la velocidad pura– se veía superado tanto por Stroll como por Sirotkin. Son muchas las variables que pueden llevar a ello, claro. Las cargas de combustible, los neumáticos -Kubica usó el compuesto más blando, pero fue 0’6 décimas más lento que el ruso, con un compuesto una escala por encima en dureza–, o los reglajes. Pero sobre todo hay una variable fundamental. Y es el estar habituado al ritmo competitivo en un F1. Véase el caso de Paul Di Resta en Hungría. Ese es un escollo para Kubica difícil de salvar en esta Fórmula 1 que no permite los test. El polaco lleva siete años fuera de una competición que ha cambiado notablemente desde su última participación, cuyos monoplazas son ahora mucho más exigentes en el plano físico –aunque hay que decir que Robert pilotó aquellos coches hasta 2008 que también eran duros–, algo que para el limitado brazo del polaco no es algo favorable. Junto a ello, está la gestión de neumáticos, un punto vital en esta F1. Ese es posiblemente el gran escollo para él, y que se pudo ver en los importantes test de Abu Dabi. Poner el neumático en su zona de funcionamiento y mantenerlo ahí es crucial, y Robert necesita un profundo aprendizaje de esta materia, junto a otras, que se desarrollarían directamente en los Grandes Premios. Seamos claros: Robert es ahora mismo un debutante, a los 32 años, en la F1, pese a que su bagaje técnico es seguramente mayor que el de Sirotkin.

Eso es un problema frente a la sangre joven que le rodea, que además cuenta con un conocimiento más fresco de la actual competición. No olvidemos que Sirotkin ha estado en varios entrenamientos libres con Sauber y con Renault, lo que le da esa experiencia con los coches actuales de la que carece Kubica. Y por supuesto, hay otro elemento que no puede obviarse en absoluto: la limitación física del piloto polaco.

El mismo Kubica reconocía a principios de año, antes de que se desatase el torbellino de su posible vuelta, cuál era su principal limitación para volver a un F1: "No tengo ninguna rotación en el antebrazo. Este movimiento del brazo debo hacerlo en una trayectoria más ancha, porque ahí es donde tengo la fuerza. Se requiere espacio, que no se encuentra en la cabina del piloto de un Fórmula 1. Odio decir esto, pero hoy en día no es posible". De hecho, en los test de Abu Dabi pudimos ver con claridad cómo el espacio de la cabina en el lado derecho era mucho mayor que en el izquierdo, dejando esas aletas laterales de la pieza del reposacabezas prácticamente a ras con el chasis. Normalmente ese espacio es mínimo en los monoplazas, con pequeñas curvaturas que dejan el espacio justo para el paso de la mano. No para Robert, que necesita un movimiento diferente.

Su brazo ha recuperado buena parte de su movilidad, pero no tiene toda la que precisa la conducción de un F1. Es la misma situación que padeció otro talento evaporado: Alessandro Nannini, que a finales de 1990 vio seccionado su brazo derecho en un accidente de helicóptero, y con ello truncada su carrera. En 1992 probó un Ferrari en Fiorano, y en 1996 un Benetton en Estoril. Sí, podía pilotarlo con algunas adaptaciones. Sí, era rápido. Pero no era competitivo. De hecho, su carrera se desvió hacia coches con más espacio, los turismos, con un éxito más que razonable. Porque ni Alessandro, ni tampoco Robert, perdieron o han perdido la velocidad. Sin embargo, una cosa es ser rápido y constante en un programa de test, y otra serlo durante todo un fin de semana de Gran Premio, y especialmente en carrera, donde no hay descanso alguno y se necesita juntar todas las capacidades en cada vuelta.

En el fondo, Williams se encuentra ante la dicotomía de elegir entre Kubica o Sirotkin. En el fondo, ambos debutantes, con sus pros y sus contras. Sin duda, la vuelta del polaco le reportaría una gran repercusión mediática, y dispararía directamente a la emotividad de una afición necesitada siempre de héroes en las pistas. De ahí también el plazo que se ha tomado la escudería para decidir. El rendimiento es casi parejo, a priori, entre ambos. El aporte presupuestario, diverso –en este mes, Robert debe trabajar en lograr ese necesario maletín–. Y el futuro, en ambos casos, incierto, aunque con mayor posibilidad de crecimiento para el ruso. Decida lo que decida, nadie quedará satisfecho. Es lo que tiene tener que tomar una decisión tan peliaguda, en la que ellos mismos se han puesto: si resucitar a un talento añorado, o enterrarlo para siempre en el pasado de lo que pudo haber sido.

 

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3 comentarios
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chegato
24 Dic 2017 - 18:34
$irotkin
24 Dic 2017 - 16:42
Wehrlein.
24 Dic 2017 - 15:06
Gran análisis, nada más añadir. Como aficionado yo tengo clara mi opción.
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