Almacén F1

GP de Japón F1 2017: El hara-kiri de Ferrari

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José Miguel Vinuesa
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09 Oct 2017 - 11:10

La cuenta atrás para el final del campeonato del mundo de Fórmula 1 2017 se inició en el Gran Premio de Japón, en el espectacular y selectivo de Suzuka, adonde los dos contendientes por el título llegaban con un sabor agridulce tras la anterior carrera en Malasia. Por un lado, Lewis Hamilton estaba contento con el resultado, pero se quejaba de que su Mercedes ya no era tan dócil ni manejable –en términos de Mercedes, claro–, y anunciaba su intención de hacerlo entrar en razón por las buenas o las malas, mientras que su compañero de equipo seguía en un limbo de rendimiento achacable seguramente al monoplaza.

Por el otro lado, la Scuderia Ferrari llegaba con la amargura de dos fines de semana catastróficos para sus aspiraciones. Y en Malasia había aparecido un fantasma que era poco halagüeño para las cinco carreras restantes: la falta de fiabilidad. Por una casi insignificante junta de fibra de carbono, sus dos coches habían quedado comprometidos. Sólo dos noticias esperanzadoras: la primera que el coche era rápido, puede que el mejor del momento, como demostró Sebastian Vettel. La segunda, que precisamente la caja de cambios del alemán no había sufrido con el absurdo accidente post-carrera con Lance Stroll.

El problema es que Suzuka es demasiado selectivo. Un primer sector que premia la agilidad del monoplaza, la capacidad de transferir los pesos y las inercias con elegancia por sus eses. Luego, los otros dos, y especialmente el último, la tracción y la potencia. La velocidad, que es sinónimo de Mercedes, pese a las complicadas curvas que los nutren. Y por si ello no fuera suficiente, los Red Bull estaban mejorando notablemente en las últimas carreras, y podrían convertirse en jueces del campeonato, dependiendo de a quién resten puntos. Suzuka podría irles muy bien.

El viernes volvió a ser un día incompleto. La primera sesión se pudo disputar con cierta normalidad, pese a la ligera lluvia intermitente. Pese a algún susto de los pilotos punteros, como Bottas en la doble primera curva del circuito, o de Max Verstappen en la complicada Spoon, la sesión fue bastante tranquila para los tres equipos de cabeza. Los Ferrari estuvieron gran parte de la sesión con el neumático blando, y sintomáticamente marcaron buenos tiempos, en comparación con los demás que utilizaban el superblando. Por ejemplo, Lewis Hamilton hizo su mejor vuelta con este último compuesto con un tiempo de 1’29’’377, con el que arrebataba por poco el mejor tiempo a Daniel Ricciardo. Sin embargo, Sebastian Vettel lograba hacer una vuelta para ponerse segundo con los blandos que era sólo 0’042 segundos peor que la de su rival inglés.

Extrañamente, y ahondando en la crisis de rendimiento del piloto finlandés, Valtteri Bottas no mejoraba su registro con el neumático supuestamente más rápido, algo que sí que haría Sebastian Vettel. Pero para ello tuvo que esperar a que los comisarios limpiaran la zona después de la horquilla de los restos del accidente causado por el Toro Rosso de Carlos Sainz, que ya llevaba una penalización de veinte posiciones para esta carrera por cambio de motor de combustión, MGU-K y turbo. El madrileño perdió el control al tocar el piano exterior, seguramente húmedo, e impactó contra las barreras del otro lado. Eso cogió a Vettel en su intento. Pero con esos mismos neumáticos gastados, logró marcar un tiempo de 1’29’’166 que le colocaba definitivamente como el mejor de la sesión. 

Cierto que Hamilton estaba cerca, a sólo 0’211. Pero Bottas, por ejemplo, estaba a 0’985 segundos, y Max Verstappen a 1’596 segundos. Tiempos de unos primeros libres a coger con cuidado, pero el Ferrari funcionaba bien en Suzuka, aunque el segundo sector era de Red Bull. La lluvia en los compases finales de la sesión acabó con las pruebas, que ya estaban hechas. Y todo apuntaba el viernes a una nueva lucha a tres. Porque la segunda sesión, con una fuerte lluvia, sólo se disputó parcialmente en un tercio, después de muchas vueltas del coche de seguridad. Para el registro, fue Lewis Hamilton el que marcó el mejor tiempo de los cinco que completaron una vuelta cronometrada, con un 1’48’’719 como mejor registro, sin que ni los Ferrari, ni los Red Bull ni su compañero Bottas marcaran tiempo. Un Bottas que tuvo la mala noticia de una penalización de cinco posiciones al acabar la sesión por la sustitución de su caja de cambios. Malas noticias para las flechas plateadas, una relativa buena noticia para los de Maranello.

 

SÁBADO

Así que el sábado volvía a ser un día definitorio del equilibrio de fuerzas. Y cuando se esperaba a una Ferrari con un nivel a la altura, los Mercedes despertaron de su letargo hasta entonces con un buen ritmo con neumáticos blandos, que sería mejor todavía con los superblandos. Mientras tanto, con una temperatura ambiental más baja, los coches italianos tenían problemas para hacer entrar en la temperatura óptima a sus neumáticos. Sebastian Vettel tuvo un susto en la segunda de las curvas Degner, y evitó el muro por poco. Peor fue para Valtteri Bottas, que a la salida de la difícil Spoon iba un poco largo, tocaba la hierba, y acababa impactando con las barreras de la recta hacia 130R. Daños en el coche, pero especialmente en la rueda trasera derecha, y una bandera roja que paralizaba las necesarias pruebas.

Por suerte para el finlandés, los daños no eran graves podía retomar la sesión. Pero cuando esta empezó de nuevo, su compatriota de Ferrari, Räikkönen, remató el susto que había tenido Vettel en la curva de Degner, e impactaba, aunque sin mucha virulencia, con los muros. Coche destrozado, y nueva bandera roja, lo que significaba menos tiempo todavía para probar. Para Kimi, era el final, y para sus mecánicos, el inicio del trabajo de reparación del monoplaza. Mientras tanto, Lewis Hamilton rodaba con solidez con todo tipo de neumáticos, pero curiosamente los Mercedes lograron sus mejores tiempos con el blando. Bottas marcó un 1’20’’055 que le colocaba primero de la sesión, con la sombra de apenas 0’014 segundos de Hamilton a su espalda.

Vettel era tercero, pero con el superblando, y a 0’324 de Bottas, y era el único que con dificultades mantenía la cara frente a las flechas plateadas. Los Red Bull estaban a casi un segundo, con Verstappen delante de Ricciardo, con un buen manejo en la zona donde el chasis debe sobresalir, pero sufriendo en las zonas de potencia. Los McLaren también mostraron una buena forma, especialmente con Fernando Alonso en octava posición a ‘sólo’ 1’369 segundos de la cabeza. El momento curioso de la sesión tuvo lugar cuando Carlos Sainz se saltaba el semáforo rojo del carril de boxes por un problema con el engranaje de las marchas. Aunque suele haber sanción por esta acción, los comisarios aceptaron con benevolencia las explicaciones de piloto y equipo.

Llegaba así, un poco a ciegas, o al menos no con todos los datos necesarios, la sesión de clasificación. Antes, supimos que Kimi Räikkönen tendría cinco puestos de sanción en la parrilla por sustituir la caja de cambios de su Ferrari, en lo que era una mala noticia para las aspiraciones del equipo teniendo en cuenta la sanción de Valtteri Bottas. Peor era para Alonso, que tendría la brutal penalización de 35 puestos por sustituir varios componentes de su unidad de potencia. En la primera sesión, los únicos que utilizaron el compuesto blando para marcar su tiempo fueron Hamilton y Vettel, prueba de su superioridad y confianza, ahorrándose así un juego de superblandos que sí usaban todos los demás de la parrilla. El tiempo de Hamilton fue inalcanzable, un 1’29’’047 al que sólo se acercaron Räikkönen -0’116– y Verstappen -0’134–, mientras Vettel quedaba quinto con una distancia similar a la de tercera sesión de libres.

Sin grandes sorpresas en el resto del grupo, Lance Stroll se quejó de que Sergio Pérez le había obstaculizado en su vuelta rápida, pero no hubo consecuencias posteriores. En todo caso, nadie pudo mejorar en un último intento debido a que el Haas de Romain Grosjean tuvo un fuerte accidente en la cuarta curva de las ‘eses’. Con el coche desequilibrado y fuera de la trazada ideal en una de las curvas, el resto del viaje en esta sección es una tortura, y el francés tocó el césped a la salida de una de las curvas para perder el control e impactar con violencia contra las barreras. Las caras de los mecánicos del equipo eran un poema, pero lo importante era que el piloto estaba perfectamente en el plano físico. La bandera roja a falta de poco más de un minuto supuso el fin anticipado de la sesión, y fueron el propio Grosjean, Pierre Gasly, Lance Stroll y los dos pilotos de Sauber los que quedaron eliminados.

 

 

Para la segunda sesión ya no hubo juegos con los neumáticos entre los de cabeza, con excepción de Bottas y Räikkönen, que sí que usaron el blando para marcar su registro en una opción estratégica de cara a la carrera, que empezarían con el neumático más longevo. Fue en esta sesión que el récord de la pista del año 2006 en manos de Michael Schumacher, un 1’28’’954, fue batido por primera vez por Lewis Hamilton con su tiempo de 1’28’’819 que se mantendría toda la sesión como el mejor registro. Era una vuelta tan escandalosamente buena, que Sebastian Vettel se había quedado a 0’663 segundos, una distancia que no se veía desde hacía mucho tiempo. ¿Era real? Seguramente no, pero era un indicio claro de la supremacía de Mercedes en la pista. 

Los Red Bull se mantenían a la distancia del segundo, pero era en la zona de corte donde se dilucidaban las peleas más viscerales por entrar en la última sesión. De manera curiosa, en el último momento Fernando Alonso consiguió el décimo lugar, pero para ello desbancaba a su compañero de equipo, que carecía de sanciones. Cierto es que con las penalizaciones de los demás, la posición de Vandoorne sería mejor, y que al quedar eliminado podría elegir estrategia de neumáticos para la carrera, pero la distancia era tan mínima que no se trataba de una decisión premeditada de McLaren: sencillamente había ocurrido lo que en Spa-Francorchamps fue al revés, ya que allí el penalizado Vandoorne ayudó a Alonso a tratar de avanzar en la tabla clasificatoria. Así que el piloto belga acompañó a Hülkenberg, Magnussen, Palmer y Sainz en el grupo de eliminados. Destacable la novena posición de Felipe Massa, obtenida más por pundonor y manos que por rendimiento de su Williams.

Llegados a la tercera sesión, la pintura de la situación era mucho más realista y clara. Los Mercedes eran la referencia, y los Ferrari jugaban a no perder demasiado con la mirada puesta en un ritmo de carrera muy interesante. Así que cuando Lewis Hamilton marcó en su primer intento un tiempo de 1’28’’345, nadie quedó sorprendido por la rotundidad de ese registro: Vettel estaba a 0’452 segundos, pero Bottas a 0’641. Los Red Bull, mucho más lejos. Y Räikkönen que se salía ligeramente otra vez en la misma curva donde tuvo su accidente y no marcaba un tiempo. Pero lo que era, o parecía, una vuelta inmejorable, todavía podía ser u más perfecta todavía.

Sí, Hamilton rebajó 0’026 centésimas su registro, y lo dejó en 1’27’’319, nuevo y definitivo récord de la pole position de Suzuka, el único circuito en activo del campeonato en el que el inglés aún no había logrado la primera posición de salida. Nadie le iba a arrebatar esta vez la posibilidad, porque Nico Rosberg aparece ya como una sombra muy lejana del pasado. Así que su reciente récord de poles sigue creciendo con la misma velocidad que demuestra en el asfalto. Para redondear la situación, Bottas logró escalar al segundo puesto, lo que le haría salir sexto final, con Vettel tercero pero segundo, con la posibilidad de atacar en la salida al líder del campeonato. Los Red Bull estaban detrás de los tres, porque Kimi Räikkönen no encontró velocidad en su único intento, y quedó sexto, es decir, lo que sería un décimo lugar definitivo tras la sanción. Eso dejó a Esteban Ocon en una estupenda quinta posición, dejando atrás a Sergio Pérez que saldría séptimo, Massa octavo y Stoffel Vandoorne definitivamente en un interesante noveno puesto.

Pero todas las cábalas sobre la carrera quedaron eclipsadas por la noticia que saltó en la tarde del sábado en Suzuka. Jolyon Palmer quedaba fuera del equipo para el próximo Gran Premio, el de los Estados Unidos de América en Austin, y en su lugar llegaba Carlos Sainz. Mala noticia para el inglés, que se apea de manera abrupta de la F1, justo cuando empezaba a dejar destellos –pálidos destellos– de una mejoría en su rendimiento tras el parón veraniego. Pero muy buena noticia para el piloto español, que tendrá tiempo antes de la temporada que viene para conocer al personal, las rutinas del equipo, y el funcionamiento de sistemas que le harán mucho más fácil el inicio de la temporada siguiente. Esperar resultados al cambiar de monoplaza debería ser secundario, aunque es probable que los consiga. Y la salida de Sainz de Toro Rosso suponía la vuelta de Daniil Kvyat al equipo B de Red Bull, junto a Gasly. La gestión de la carrera del ruso por parte de los austríacos no está siendo, desde hace mucho tiempo, la más adecuada, con golpes morales muy duros para el que sigue siendo un joven talento, que no olvidemos que ha sabido lograr podios, pero que se está extinguiendo sin remedio con toda esta ruleta de decisiones de sus superiores. Si fuese superado por el novato Gasly, su carrera estaría definitivamente terminada. Difícil situación para Kvyat.

 

DOMINGO

El domingo era un soleado día en Suzuka. Tan soleado, que en la vuelta de salida hacia la parrilla, Lewis Hamilton llegó a quejarse del comportamiento de sus neumáticos, que se recalentaban. Eso encendió las alarmas en Mercedes, ante la posibilidad de que todo su rendimiento se evaporase el día de la carrera. Pero ese problema era algo menor, insignificante, comparado con lo que iba a padecer Sebastian Vettel. El coche tenía algún problema, así que igual que se vio en Malasia con Kimi Räikkönen, la tapa del motor fue descubierta y el trabajo afanoso de los mecánicos dejaba entrever preocupación, reflejada como en un espejo en la cara del director deportivo Maurizio Arrivabene. Pero esta vez no era el turbo, sino una simple bujía. Lo pudieron solventar a tiempo, y Vettel estaba listo para la salida. Su reprimenda por no acudir a la ceremonia del himno era la menor de sus preocupaciones.

De hecho, en cuanto se apagaron los semáforos, intentó lo que tenía que hacer: atacar a Lewis Hamilton, que de hecho cerró la trayectoria del Ferrari, pero más por protección que por necesidad. El coche rojo no tenía empuje, y aunque pasó la primera curva en segunda posición, era una quimera seguir al Mercedes. Justo por detrás, Max Verstappen atacaba con valentía a su compañero de equipo para colocarse tercero, y pronto advirtió una nueva presa, inesperada, pero desvalida. Así que se puso a la estela del Ferrari número 5 y en la horquilla se lanzó al interior. Era ya segundo, como en Malasia, y tocaba intentar atacar de nuevo a Hamilton. Mientras tanto, Carlos Sainz ponía fin a su periplo con Toro Rosso de manera triste, tras perder el control del coche en las ‘eses’ e impactar contra las barreras, dañando la suspensión trasera derecha. Era el final de un corto G.P. de Japón para el español, y una despedida que no era acorde a los buenos años pasados en el equipo de Faenza. Sin embargo, su accidente provocó la salida del coche de seguridad en la segunda vuelta.

Pero antes de eso, Sebastian Vettel contemplaba impotente cómo uno tras otro le adelantaban los coches en la pista. Esteban Ocon, que lo hacía defendiéndose a su vez del ataque de Daniel Ricciardo, y también Valtteri Bottas. Desde la sexta posición, con la carrera neutralizada, la esperanza era que el problema remitiese, y que la bujía volviese a funcionar, un elemento de bajo coste y que el equipo adquiere a un fabricante que precisamente dista muy pocos kilómetros de la pista de Suzuka. Era una quimera, y en la lejanía veía el reflejo plateado del líder de la carrera. Del mundial. El reflejo del sueño que se desvanece.

Stoffel Vandoorne tuvo una mala salida, y rodaba penúltimo. Se quejaba de que un Ferrari, que tenía que ser el de Kimi Räikkönen, le había tocado y se había tenido que ir recto en la primera curva. Tampoco el finlandés había salido bien, y estaba decimocuarto, para mayor debacle ferrarista. En el liderato, Hamilton sólo tenía una duda, y era si esta vez el Red Bull iba a estar tan en forma como en Malasia, y si sus neumáticos iban a mostrar un agotamiento prematuro como el que había intuido en la vuelta de la preparrilla. Eran dudas razonables, pero volvía a ver a Vettel descolgado y con un problema serio. Los acontecimientos de las últimas carreras no podían ser tan favorables.

 

 

Pero lo eran, y cuando el coche de seguridad se marchó en la cuarta vuelta, Lewis se dedicó a abrir ventaja sobre Verstappen, pero no lo lograba, o no con la facilidad que hubiera esperado. Sí, acabó logrando que no estuviera en zona de DRS, pero la diferencia de ritmo entre ambos era de apenas de entre dos y tres décimas a favor del inglés, suficiente para ir abriendo una ligera brecha, pero no tan rápido como desearía. Mientras tanto, Vettel veía como uno a uno le pasaban varios coches más y se iba hundiendo en la clasificación, hasta que llegó el mensaje por radio: “Box, Sebastian. Me temo que tenemos que retirar el coche”. Era la quinta vuelta, y el tetracampeón del mundo cumplió con una orden que era evidente. Pero allí dentro, con sus mecánicos revoloteando a su alrededor en busca de una solución, Sebastian no se bajaba del coche. El casco puesto. Las manos en el volante. Pero parado, sin avanzar, traicionado por un nuevo fallo que esta vez dilapidaba las pocas esperanzas de revertir la situación del mundial. Los coches pasaban por la recta de meta, y él esperaba en vano, hasta que la evidencia cayó como un jarro de agua fría, y salió del coche. Se había terminado la carrera. Seguramente, también el mundial.

A Hamilton le informaron de la situación, pero decidió no ceder en su empeño de ganar esta carrera. La distancia jamás iba a ser más alta de los cuatro segundos con Verstappen, y estaba la duda de una o dos paradas por el calor. La suerte es que los neumáticos respondían con nobleza a sus necesidades, y no se agotaban con celeridad. El Plan A, el de una parada, era posible, pero tenía que gestionar muy bien la degradación. No iba a ser una carrera fácil. Y menos cuando en la octava vuelta Marcus Ericsson chocaba en Degner y provocaba un coche de seguridad virtual en la siguiente vuelta. Tardó poco en reanudarse la carrera, y eso lo aprovechó Ricciardo para pasar a un resistente Ocon por la tercera posición. Dos Red Bull, otra vez, en posiciones de podio.

Räikkönen empezó a remontar con solvencia por la zona media de la parrilla hasta llegar a los Force India, con un bonito adelantamiento a Sergio Pérez por el exterior de la primera curva, reminiscencia de aquél que protagonizó en 2005 en la última vuelta sobre Giancarlo Fisichella para ganar la carrera. Dos vueltas después de eso, en la 22, Verstappen paraba en boxes un poco prematuramente para obligar a Hamilton o a seguirle, o a estrangular sus neumáticos superblandos. La opción de Mercedes fue la lógica, y paró al inglés en la siguiente. Con los dos con neumáticos blandos, la distancia se había reducido ligeramente, y ahora el Red Bull mostraba un mejor rendimiento que el Mercedes, hasta el punto de reducirse la ventaja hasta los 1’4 segundos. Había carrera, y Lewis tendría que sacar lo mejor de su inteligencia de carrerista si quería ganar este Gran Premio.

Para mayor inconveniente, ambos llegaron a la altura de un Bottas que era líder por no haber pasado todavía por los boxes, pues había comenzado con los neumáticos blandos. Eso empezó a retener a Hamilton, pese a que el inglés nunca estuvo totalmente encima de su coche hermano. Sin embargo, por radio se quejó de que le estaba afectando, y eso era tan obvio como que Max Verstappen estaba muy pegado al británico. Y el holandés no iba a dudar en caso de tener un hueco por el que atacar. Así que en la vuelta 29 Bottas hizo lo esperable: dejó pasar a su jefe de filas en la chicane, y se convirtió en un muro para Verstappen. La distancia creció de nuevo, hasta que Bottas cambió a los neumáticos superblandos en la vuelta 31. Verstappen volvió a ir recortando la distancia, pero ya quedaba menos tiempo.

La carrera estaba muy estable en todas las posiciones, y sólo el aliciente de que Esteban Ocon y Sergio Pérez rodaban a apenas un segundo de diferencia ponía la chispa de emoción a la carrera. Pero Force India se encargó de apagarla de inmediato al contestar a la petición de Pérez de atacar a Ocon: “no, mantén la posición”. Fin de la hipotética lucha entre compañeros, que tan costosa le ha resultado al equipo indio en otras carreras. Otros que progresaban con solidez eran los Haas, con Kevin Magnussen realizando un adelantamiento espectacular sobre Felipe Massa en la vuelta 42 en la segunda parte de la primera curva. Los dos monoplazas casi se tocan, y eso permitió a Romain Grosjean pasar también al Williams, que caía así a la décima posición, y empezaba a ver cómo se acercaba un Fernando Alonso con una carrera con sordina, pero sólida.

 

 

 

Justo en esa vuelta, tenía que retirarse Nico Hülkenberg por un problema con el sistema de DRS, que no se cerraba, y que los mecánicos intentaron reparar a puñetazos, sin lograrlo. Era el final de una carrera interesante del alemán, que le mantenía en los puntos, y que con su parada tardía se había complicado al salir en tráfico, pero que prometía volver a trepar por la clasificación, mientras su compañero Jolyon Palmer tenía una última carrera sin brillo en la zona media, fuera de los puntos, y lejos de la posibilidad de llegar a ellos. Otro que tuvo un fin de semana para olvidar fue Lance Stroll, que en la vuelta 47 se salía de la pista justo al atacar la primera curva de las ‘eses’ debido a un pinchazo en el neumático delantero derecho, que motivó que se fuera recto y volviese a la pista en un momento delicado cuando pasaba Daniel Ricciardo. El canadiense controló el coche y evitó la colisión, pero tenía que abandonar. El coche de seguridad virtual hizo nuevo acto de presencia.

Cuando se reanudó la carrera, Hamilton se acercaba a Massa y Alonso, en lucha cerrada por el último punto. El problema es que Verstappen estaba a poco más de dos segundos, y la distancia empezó a caer. Eran sólo 1’3 segundos en la vuelta 51, lo que abría la lucha por la victoria a falta de tres vueltas. Pero al llegar a la horquilla en la vuelta 52, tras varios avisos de banderas azules, Fernando Alonso decidió apartarse. Incomprensiblemente, como ocurrió con Ricciardo y Vettel en Malasia, el español no aprovechó para dejar pasar también a Verstappen, que estaba a menos de un segundo del británico, y se colocó delante de él a la salida de la curva. Eso dio aire a Hamilton, y provocó una investigación sobre el español que le acabó propiciando una reprimenda y la pérdida de dos puntos en la licencia, en lo que fue una consecuencia por la reincidencia del asturiano en su ignorancia hacia las banderas azules. Debe doler mucho a todo un bicampeón del mundo, pero no se puede interferir en la lucha por las posiciones de cabeza, y eso es algo sobre lo que se insiste en las reuniones de pilotos con los directores de la carrera.

Luego, Felipe Massa tampoco fue muy dócil en dejar pasar a Verstappen, con la diferencia que para entonces la distancia ya había crecido entre el holandés y Hamilton, que había pasado a Massa en la recta de meta. Era el fin del posible ataque del Red Bull, y Hamilton lograba la 61ª victoria de su carrera, a treinta del récord de Michael Schumacher, que precisamente en un día como este hacía 17 años que había vencido para lograr su primer título con Ferrari. Por detrás llegarían Daniel Ricciardo y Valtteri Bottas, también en lucha cerrada en los últimos compases, pero el sólido piloto australiano supo mantener su posición de podio. Detrás de ellos, Kimi Räikkönen, en zona de nadie, lejos de Bottas, y muy por delante de Esteban Ocon y Sergio Pérez. Los Haas también entraron juntos, en un estupendo resultado para el equipo norteamericano justo cuando la F1 se encamina hacia su país. Y la zona de puntos la cerró finalmente Felipe Massa, que soportó los ataques de Alonso para completar una carrera decente para Williams en una pista que no debería haberles reportado ninguna recompensa.

La clasificación no mentía, aunque lo pareciese: 59 puntos de ventaja para Lewis Hamilton en el Mundial a falta de cuatro carreras. El mundial está prácticamente decidido, y sólo una hecatombe de Mercedes en cuanto a fiabilidad, o una extraña concatenación de errores de pilotaje por parte de Lewis Hamilton les puede apartar de otro doblete en campeonato. La situación de Ferrari es muy precaria en fiabilidad, y eso nos lleva a 1985, cuando Michele Alboreto fue líder buena parte del año hasta que hacia el final la fiabilidad dejaba a su Ferrari en la cuneta constantemente, lo que facilitó la remontada y posterior victoria del título del McLaren de Alain Prost. Ello movió a Enzo Ferrari a decir que a Alboreto le debían un Mundial. Quizás al final de este año, Ferrari tenga que entonar palabras similares respecto a Sebastian Vettel.

4 comentarios
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10 Oct 2017 - 03:37
Veamos: en Bakú Vettel fue bien sancionado con stop'n go y x ello terminó 4to. Sinó hubiera agredido a HAM esa carrera la ganaba ya q HAM tuvo que parar luego x q se le salía el apoyacabezas y hubiera capitalizado la malla suerte de Ham. En Singapur ganaba fácil si no hubiera tenido esa salida agresiva. Entre esas 2 son 13+25=38 puntos más para Vettel, y al menos 7 puntos menos para HAM x salir 2do y no 1ro en Singapur si es que Vettel la ganaba. Total 45 puntos perdidos x culpa de Vettel y su agresividad y no x Ferrari y ahora tendríamos campeonato abierto.
09 Oct 2017 - 16:01
No creo que Ferrari le deba el mundial a Seb Mas bien, esa sensacion de tenerlo fue un espejismo, producto de que el W08 es testarudo. Si Mercedes tuviera todos los datos este mundial ya lo hubieran ganado hace 2 carreras... Igual grande Seb!!! el unico que le planto cara a Ham, ya volvera a sonar el himno italo-aleman que tantas glorias trajo a maranello Avantii!!!
09 Oct 2017 - 11:49
#1 Esto de Ferrari me recuerda a l 2006, un coche infalible que a falta de dos carreras rompe motor y e ... Ver comentario
Y el 98, que Schumacher y Hakkinen llegan a la última carrera del mundial en Suzuka liderando el mundial el finlandés con 4 puntos sobre el alemán, Schumacher consigue la Pole en Suzuka, y en carrera, 2 salidas, la primera Trulli calo su coche, en la segunda, le pasó a Schumacher por un problema de embrague y tuvo que salir último, en 30 vueltas cuando ya iba 3º, reventó la rueda trasera y tuvo qeu retirarse y el campeonato fue para Mika
F1-Team
09 Oct 2017 - 11:28
Esto de Ferrari me recuerda a l 2006, un coche infalible que a falta de dos carreras rompe motor y en la siguiente problemas con la bomba de gasolina no permiten clasificar bien a Michael, eso sil, gracia a eso vimos una remontada de "aupa"
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