Almacén F1

El Gran Premio de Sudáfrica de 1962

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José Miguel Vinuesa
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29 Dic 2016 - 17:26
La British Racing Motors fue fundada en 1945 por el expiloto Raymond Mays con el objetivo de crear un monoplaza británico de Gran Premio que fuese capaz de vencer regularmente carreras. Pero el proyecto siempre adolecía de retrasos, complicaciones técnicas y más problemas. Hasta el punto de que Mays acabó abandonando el proyecto, y su impulso fue tomado por Sir Alfred Owen a mediados de los años cincuenta.

También Owen empezó a caer en la desidia de ver que el equipo no lograba pasar del centro de la parrilla, pese a la victoria en el Gran Premio de Holanda de 1959, de la mano de Joakim Bonnier. El cambio de normativa para 1961 supuso para Owen un ultimátum: o llegaban victorias con regularidad, o el equipo echaría definitivamente el cierre.

Y la verdad es que 1961 no fue un gran año, pero de alguna manera, tanto el ingeniero Tony Rudd y el piloto estrella, Graham Hill, convencieron a Owen de aguantar un poco más. Así que 1962 iba a ser un año decisivo para el equipo, aunque eso sí, con Tony Rudd al frente del mismo por las peticiones del propio Hill, cosa que Owen acabó aceptando a regañadientes.

Así surgió el BRM P578, derivado del P57, que incorporaba el motor V8 a 90 grados de 1.5 litros fabricado por la propia BRM. Cuando Graham Hill y Richie Ginther lo probaron, supieron al instante que el equipo había dado con una tecla: un diseño convencional, seguramente, pero muy equilibrado, y con un motor que empujaba tanto o más que los Ferrari de 1.5 litros que acababan de ser campeones.

Y en la primera carrera del campeonato de 1962, el GP de Holanda en Zandvoort, Graham Hill conseguía su primera victoria en la Formula Uno, tras los años nefastos de Lotus, donde debutó, y de la propia BRM, que por fin tenía un gran coche y un gran piloto.

De hecho, vendrían dos victorias más durante el año, en Nürburgring y en Monza, en este último caso el primer doblete de BRM al acabar Richie Ginther en segunda posición. Graham Hill era líder del campeonato, y BRM también. El campeonato estaba en su mano, salvo porque un escocés a bordo de un Lotus estaba empeñado en retrasar y complicar su triunfo. Y de hecho, tras el GP de EEUU, en Watkins Glen, que ganó ese escocés llamado Jim Clark, tanto él como Graham Hill, tanto Lotus como BRM, podían proclamarse campeones del mundo en la última carrera del año, el GP de Sudáfrica en el circuito de East London. 

Sudáfrica ya había celebrado Grandes Premios, y de hecho el primero se remonta al 27 de diciembre de 1934 en el circuito de Marine Drive, a las afueras de la ciudad de East London, ganado por Whitney Straight en un Maserati. Pero el de 1962, que era el noveno Gran Premio de Sudáfrica, iba a ser el primero de ellos valedero para el campeonato del mundo de conductores de F-1. Sin embargo, la carrera tenía una distancia de tres meses con la última, de modo que la espera para los contendientes se hizo demasiado larga.

Mientras tanto, aparte del primer Gran Premio de México no puntuable, en el que falleció Ricardo Rodríguez, se disputaron en diciembre dos carreras previas a la de East London, ambas en Sudáfrica: una en Kyalami, que venció Clark, y otra en Westmead, ganada por su compañero en Lotus, Trevor Taylor, y en la que Gary Hocking falleció a los mandos de uno de los coches de la Rob Walker Racing.

 

 

El circuito de East London estaba formado por carreteras públicas que se cerraban al tráfico, con una longitud de 3’19 kilómetros. Pecaba de cierta estrechez, pero era suficiente para los F-1 de 1.5 litros. Se encontraba al lado del mar, y tenía una forma que asemejaba a un riñón, recorriéndose en sentido horario. Aparte de algunas curvas de media-alta velocidad, la zona más interesante técnicamente eran las eses, derecha izquierda, que enseguida tenían la Cox’s Corner, que era una izquierda cerrada que desembocaba en una rápida de derechas en aceleración llamada The Sweep. El trazado tenía un ritmo muy interesante.

Curiosamente, el Lotus y el BRM que se disputarían el título viajaron uno junto al otro en el barco que transportó el material hasta Sudáfrica. Ferrari no participaría, como tampoco hizo en Estados Unidos. Por su parte, el Lotus 25 incorporó en uno de los tres coches que desplazaron un nuevo sistema de inyección, mientras que BRM presentaba una versión aligerada de peso. 

Las prácticas comenzaron el miércoles 26 de diciembre, con Clark probando el Lotus con inyección, pero tenía problemas de funcionamiento, mientras que Hill iba probando el coche convencional y el aligerado, pero fue con el más pesado con el que hizo el mejor tiempo del día con 1'33"4.

El jueves, sin embargo, había llovido ligeramente. Pese a ello, y por un contrato publicitario, tanto John Surtees, como Graham Hill y algún otro dieron algunas vueltas tras un coche con una cámara instalada para la grabación de una película. Los entrenamientos en sí tuvieron el monumental susto de que Richie Ginther, sentado en su BRM en boxes, vio como el monoplaza empezó a soltar chispas por un fallo eléctrico, pronto a humear, y enseguida a arder, no llegando a mayores gracias a la rápida intervención con extintores. Mientras tanto, Clark, con el coche con la nueva inyección, bajaba a 1:29:8, el único en lograrlo hasta ese momento.

El viernes 28, a las 6 de la mañana, tuvo lugar el último entrenamiento, bajo un sol radiante. Hill, con el coche nuevo, bajó a 1:29:6, mientras que Clark logró con el nuevo modelo de Lotus un 1:28:9. Sin embargo, tomó la decisión de no usar el modelo con la inyección, y con el Lotus 25 convencional marcó un 1:29:3 que le dio la pole position para la carrera del sábado. Por su parte, BRM tomó la decisión de poner el motor del P578 convencional en el aligerado, así como el radiador de Ginther, que era más grande, colocado también en el coche de Hill. Todo para asegurarle las mayores opciones.

Noventa mil personas llenaban el circuito el sábado 29 de diciembre por la mañana, aunque treinta mil ya habían estado ocupando muchas zonas por la noche. El día amaneció soleado, y los pilotos fueron llevados a saludar por la pista en la parte trasera de varios MG, con los aficionados invadiendo el trazado para estar más cerca de ellos todavía. 

 

 

La carrera estaba prevista para las 3 de la tarde, a 82 vueltas. Clark en la pole. Hill en segunda posición. Uno de los dos lograría su primer campeonato del mundo. Les bastaba con ganar, porque aunque Hill llevaba 9 puntos de ventaja, sólo contaban los cinco mejores resultados, así que si Clark vencía, aún quedando segundo Hill, por obra y gracia de los descartes el título sería del escocés. Y lo mismo con el de constructores entre BRM y Lotus. Curioso, porque Hill debutó en Lotus, pero Colin Chapman estuvo trabajando antes en BRM.

Al bajar la bandera, Jim Clark hizo una de sus típicas salidas en las que la perfección en la coordinación de manos y pies es perfecta: nada de derrapaje, nada de humo. Sólo una tracción perfecta que catapultó al Lotus al liderato, mientras Hill levantaba una espesa nube blanca con su BRM chasis 5787, fruto de su derrapaje. Aún así podía conservar la segunda plaza, gracias en parte a un parrilla formada de dos en dos, y a la estrechez de la pista.

Y Jim Clark empezó a dar uno de sus recitales. El Lotus 25, chasis R5, le encajaba como un guante, y se balanceaba por las curvas sudafricanas con elegancia y velocidad. Primera vuelta, un segundo de ventaja. Segunda, dos. Tercera, vuelta rápida de la carrera con un tiempo de 1:31:0. Y así, para desesperación de Hill que veía cómo el Lotus se iba haciendo cada vez más y más pequeño en la distancia. Décima vuelta, diez segundos. 

La verdadera lucha de la carrera se desataba por el tercer puesto, con los dos Cooper T60 de Bruce McLaren y Tony Maggs, y el Lola T4 de John Surtees. El intercambio de posiciones era constante entre ellos, mientas los perseguidores eran incapaces de llegar a su estela, y los líderes eran inalcanzables. Pero en la vuelta 26, una válvula del Lola de Surtees dijo basta y acabó con la emoción de la carrera. Por su parte, ninguno de los compañeros de equipo de los candidatos al título podían intervenir en la lucha: Trevor Taylor porque su Lotus dejó de engranar marchas en la vuelta 11, y Richie Ginther porque su BRM sonaba extraño y tras dos trompos paró en boxes en la vuelta 32 a cambiar las bujías, llenas de aceite, lo que le retrasó bastante.

Clark seguía en su mundo. Había levantado el pie, manteniendo la distancia y la supremacía sobre Hill, que seguía sin poder dar respuesta al ritmo del Lotus. En BRM, Sir Alfred Owen y Tony Rudd se iban desencajando conforme pasaban las vueltas, mientras que en la vecina Lotus, Colin Chapman se iluminaba con prudencia ante una posibilidad más que palpable de victoria

La carrera llegó a su fase final. Era la vuelta 61, todas lideradas por Clark con mano de hierro. Pero al pasar por meta, un humo de un blanco azulado salía de la parte trasera del Lotus. El escocés no bajó su ritmo, pero era evidente que estaba perdiendo aceite. En la 62 tuvo que parar en boxes ante la bajada de presión del aceite. Colin Champan y los mecánicos revoloteaban alrededor del coche, hasta que descubrieron el problema: había un pequeño agujero en el cárter, detrás de los protectores de calor entre los tubos de escape y la parte posterior del motor. Faltaba un pequeño perno de apenas dos pulgadas, que los mecánicos olvidaron colocar, permitiendo que el aceite se fuera perdiendo. Clark se bajó del coche, mordiéndose el labio con resignación. Era otro fallo en un Lotus, que acabaría siendo marca de la casa, tanto como su excelencia de rendimiento.

Hill era el líder. Y con el abandono de Clark ya era campeón del mundo. Pero podía lograrlo con cierto estilo, ganando la carrera. La cuarta del año, logrando más que nadie. Y al final, cruzó la meta, justo cuando empezó a llover sobre el circuito, con McLaren segundo y Maggs tercero en los Cooper, y Brabham cuarto, los únicos en la misma vuelta que el ganador. 

En la vuelta de honor, Graham Hill atropelló sin consecuencias a un joven de quince años que se había parado en mitad de la pista a hacer una foto, pero nada podía empañar la alegría por haber logrado su primer título mundial. La satisfacción, pero sobre todo la sensación de alivio en Alfred Owen no era menor. Habían logrado el título de constructores en el que era el año del ultimátum, con la Owen Racing Organisation, con BRM. De hecho, BRM siguió en activo muchos años más, hasta precisamente el GP de Sudáfrica de 1977, su último Gran Premio. Pero un año como 1962 fue la culminación de un objetivo anhelado para ellos. Y el inicio de una carrera deportiva llena de éxitos para Graham Hill. La fiesta de Año Nuevo debió de ser épica.

 

 

 

2 comentarios
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velascoiin
15 Feb 2018 - 13:42
#1 JOSÉ MIGUEL VINUESA como siempre muy buenso aporte, como bien comentan en ese año se mato Ricardo ... Ver comentario
que nostalgia siento cuando veo ese casco que elegancia de piloto
29 Dic 2016 - 19:32
JOSÉ MIGUEL VINUESA como siempre muy buenso aporte, como bien comentan en ese año se mato Ricardo Rodriguez, un abrazo y Feliz Año.
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